Palabras del doctor Salvatore Puledda con motivo de la inauguraci—n del monolito recordatorio del trigŽsimo aniversario Ð Punta de Vacas 4 de Mayo de 1999 ÁTengan ustedes muy buen d’a! Saludamos la presencia de amigos de distintas regiones de Chile, de diferentes provincias de Argentina; del Perœ, del Ecuador, de Colombia, de Venezuela, del Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. No dejamos de mencionar a quienes representan a varios pa’ses de CentroamŽrica, ni a los que han llegado hasta ac‡ desde Canad‡, Estados Unidos y MŽjico. Saludamos tambiŽn a los amigos de Europa que desde varios pa’ses se han desplazado hasta este lugar. Desde aqu’ hacemos llegar nuestro reconocimiento afectuoso a los numerosos amigos de los cinco continentes y, especialmente, a aquellos que en Colombo, en Bombay y en Moscœ realizar‡n esta conmemoraci—n para Asia y Eurasia, del mismo modo que en Senegal, Costa de Marfil y Togo har‡n en estos d’as la celebraci—n para la zona de çfrica. Quisiera dejar oficialmente inaugurada esta referencia, este monolito que se–ala el lugar en el que Silo di— su primera explicaci—n doctrinaria hace treinta a–os en un hito que marc— el surgimiento de una corriente de pensamiento y acci—n que hoy se desarrolla en el mundo. Muchas gracias a todos. Palabras de Silo con motivo del acto recordatorio del trigŽsimo aniversario Ð Punta de Vacas 4 de Mayo de 1999 Queridos amigos: ÁAqu’ estamos de nuevo! Aqu’ estamos en esta celebraci—n rodeados por unos pocos amigos que estuvieron presentes desde el comienzo mismo de nuestra actividades y tambiŽn estamos en compa–’a de otros que desde tiempos m‡s recientes nos acompa–an en esta dif’cil tarea de humanizaci—n en un mundo que, en direcci—n inversa a nuestras aspiraciones, se deshumaniza d’a a d’a. Por otra parte y en atenci—n a algunos de los presentes que no cuentan con una versi—n adecuada de nuestros trabajos y de nuestro ideario, creemos que es del todo justo desarrollar para ellos algunos puntos que, aunque excesivamentre simplificados, pueden dejarles una imagen aproximada de los hechos que dieron origen a esta corriente de pensamiento y acci—n que se expres— publicamente y por vez primera, en este mismo paraje desolado hace hoy treinta a–os. Corr’a la dŽcada de los a–os «60. Ya hab’a pasado la barbarie de la segunda guerra mundial hac’a mucho tiempo y ocurr’a en algunas partes un gran proceso de reconstrucci—n econ—mica y de reordenamiento social... sin embargo, los conflictos bŽlicos continuaban, el hambre y las desigualdades se extend’an en vastas latitudes y la capacidad de destrucci—n masiva crec’a sin freno. El mundo se hab’a tornado bipolar y en ambos bloques se predicaba que el armamentismo era necesario para evitar la agresi—n del oponente... As’ las cosas, el globo fue dividido entre ideolog’as que estaban en posici—n de actuar como instrumento de dominaci—n pero que no estaban en condici—n de entender el momento hist—rico en el que se encontraban y mucho menos de entender el proceso hacia el cual eran arratradas. La crisis de civilizaci—n que se empez— a expresar en esa Žpoca no fue, sin embargo, un fen—meno original sino la simple continuaci—n y exacerbaci—n de los mismos factores que hab’an contribu’do a generar las monstruosidades y las cat‡strofes mundiales. Es en ese clima de malestar general en el que irrumpen los fen—menos juveniles de aquella Žpoca entre los que se puede contar a un peque–o grupo que arranca en estas latitudes y se va extendiendo a puntos cada vez m‡s distantes. Este grupo no puede expresarse libremente porque ya en esos tiempos empiezan a sucederse las dictaduras y cuando la actividad militante de sus miembros los lleva a la necesidad de comunicar sus planteos a conjuntos m‡s numerosos, comienza a desatarse el conflicto que luego lleva a la c‡rcel y a la deportaci—n a tantos j—venes a quienes quisiŽramos recordar en este momento: j—venes valerosos de Chile y Argentina que terminaron desarrollando en el exilio a ese movimiento naciente. Queremos tambiŽn recordar especialmente a los primeros miembros de Espa–a, Italia y los Estados Unidos que acogieron solidariamente a los exiliados de aquella Žpoca. Hoy se encuentran presentes varios de estos antiguos amigos que siguen unidos por tantas experiencias comunes... Para todos ellos, nuestro c‡lido saludo. Pero continuemos con nuestro relato. Para la dŽcada de los a–os «70 comienza a articularse la organizaci—n de La Comunidad para el Desarrollo Humano... se trata de una agrupaci—n social y cultural que con el correr de los a–os ser’a reconocida por las Naciones Unidas. En ese tiempo ya se fijan par‡metros doctrinarios m‡s precisos y se establecen las caracter’sticas de este nuevo tipo de movimiento que ya no puede ser confundido con el espontane’smo de otros grupos, a la saz—n en franca decadencia y desintegraci—n. Es a partir de La Comunidad para el Desarrollo Humano (ese organismo cuyo logo pod’a verse como un tri‡ngulo inscripto en un c’rculo), que empieza a desarrollarse un numeroso conjunto de clubes culturales, organizaciones sociales barriales y agrupaciones de base. As’ se va formando lentamente este Movimiento Humanista que se expande a travŽs de diferentes expresiones que van desde las campa–as de alfabetizaci—n en pa’ses del Caribe y Africa hasta el trabajo de sanidad social en el que mŽdicos, paramŽdicos y colaboradores actœan, con muchas limitaciones pero gran esp’ritu, en varios puntos del mundo. Este Movimiento Humanista tan diversificado en sus actividades sociales y culturales tambiŽn da origen a partidos pol’ticos que comienzan a articularse reciŽn en la dŽcada de los «80. Y ya para la dŽcada de los a–os «90 el movimiento logra su plena madurez conceptual, se define como Humanismo Universalista o como Nuevo Humanismo, y se diferencia netamente de los antiguos humanismos con los cuales no guarda relaci—n org‡nica ni ideol—gica. En este a–o que corre se apresta a realizar una completa evaluaci—n de lo actuado desde sus primeros pasos y pretende definir su estrategia para el siglo que viene. Para completar nuestro cuadro expositivo diremos que lo que termina definiendo a este movimiento no es una determinada acci—n pol’tica, una acci—n social o una actividad cultural, sino un conjunto de ideas y un estilo de comportamiento. Simplificando al m‡ximo las propuestas m‡s generales de este movimiento podr’amos decir que Žste propicia primeramente la ubicaci—n del ser humano como valor y preocupaci—n central, de tal modo que nada estŽ por encima del ser humano , ni que un ser humano estŽ por encima de otro. En segundo lugar, afirma la igualdad de todas las personas y por tanto trabaja por la superaci—n de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley para avanzar hacia un mundo de iguales oportunidades para todos. En tercer lugar, reconoce la diversidad personal y cultural y por tanto afirma las caracter’sticas propias de cada pueblo condenando toda discriminaci—n que se realice en raz—n de la diferencia econ—mica, racial, Žtnica y cultural. En cuarto lugar, auspicia toda tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables. En quinto lugar, afirma la libertad de ideas y creencias y, por œltimo, repudia toda forma de violencia entendiendo no solamente a la violencia f’sica como œnico factor sino a la violencia econ—mica, a la violencia racial, a la violencia religiosa, a la violencia moral y psicol—gica como casos cotidianos arraigados en todas las regiones del planeta.. Estas propuestas de considerar al ser humano como valor central, de propiciar la igualdad de oportunidades para todos, de reconocer la diversidad oponiŽndose a toda discriminaci—n, de auspiciar la libertad de pensamiento y de luchar contra toda forma de violencia, caracterizan nuestro pensamiento y nuestra acci—n en los aspectos m‡s generales. Al mismo tiempo, estas propuestas terminan configurando un estilo de vida y un modo de relaci—n del m‡s alto valor moral, que puede expresarse en esta frase: ÒÁ trata a los dem‡s como quieres que te traten !Ó Por œltimo, se debe destacar como determinante de nuestro comportamiento la participaci—n en todos los campos a fin de llevar adelante las propuestas antes mencionadas. Participar en las ‡reas de lo cultural, lo social y lo pol’tico con la mayor energ’a y tenacidad de que seamos capaces, va m‡s all‡ de ser una recomendaci—n de nuestro movimiento para convertirse en una necesidad de esta Žpoca cr’tica que estamos viviendo. El argumento de que todo est‡ en manos de un sistema infinitamente poderoso y violento, que el Žxito pertenece a los corruptos y los incapaces, en lugar de ser motivo de aceptaci—n para nuestra condici—n de seres humillados y sometidos, debe convertirse en un est’mulo fundamental para cambiar el estado de las cosas pœblicas. Por otra parte, destacamos tambiŽn la dimensi—n de lo estrictamente personal y de lo interpersonal, que aunque inscriptos en el contexto social, constituyen el nœcleo de nuestra existencia. Las relaciones personales deterioradas hoy al m‡ximo muestran el aumento de una violencia sorda en la que el tœ y el nosotros van desapareciendo y en la que el individuo arrojado a la soledad y el aturdimiento no encuentra ya salidas. Debemos reafirmar en este campo que todo ser humano tiene derecho a preguntarse por el sentido de la vida, por el amor, por la amistad... por todo aquello que hace a la poes’a y la grandeza de la existencia humana y que una estœpida y peque–a cultura materialista, trata de denigrar arrastrando todo hacia los antivalores y la desintegraci—n. Y en esta situaci—n que nos toca vivir reconocemos el triunfo provisorio de la cultura del antihumanismo y declaramos el fracaso de nuestros ideales que no se han podido cumplir. Pero los triunfadores de hoy no tienen asegurado el futuro porque una nueva espiritualidad comienza a expresarse en todo el mundo: no es la espiritualidad de la superstici—n, no es la espiritualidad de la intolerancia, no es la espiritualidad del dogma, no es la espiritualidad de la violencia religiosa, no es la pesada espiritualidad de las viejas tablas ni de los desgastados valores; es la espiritualidad que ha despertado de su profundo sue–o para nutrir nuevamente a los seres humanos en sus mejores aspiraciones. Si hoy tenemos que declarar nuestro fracaso, tambiŽn tenemos que anunciar a una nueva civilizaci—n que est‡ naciendo, la primera civilizaci—n planetaria de la historia humana. Y, por tanto, aquellas crisis que sobrevienen y aœn sobrevendr‡n en un futuro pr—ximo servir‡n, no obstante su infortunio, a superar esta œltima etapa de la prehistoria humana... y cada cual sabr‡ si decide o no acompa–ar este cambio y cada cual comprender‡ si busca o no una renovaci—n profunda en su propia vida. En este trigŽsimo aniversario que celebramos, quiero hacer llegar el m‡s calido recuerdo a nuestros cientos de miles de amigos en el mundo, al tiempo que saludo fraternalmente a los que hoy aqu’ nos acompa–an. Á Paz, Fuerza y Alegr’a para todos !